El Peropalo. Carnaval en Villanueva de la Vera

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El Peropalo. Carnaval en Villanueva de la Vera


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Peleles: Obra de Teatro inspirada en el Peropalo

Interpretado por alumnas del RESAD. Autor: Andrés del Bosque

Sábado 15 de octubre de 2011, por Jilandero (actualizado el 17 de octubre de 2011)    Ver en formato PDF


La interpretan los alumnos de la Real Superior Escuela de Arte Dramático, RESAD, bajo la dirección de su autor, el reconocido clown colombiano Andrés del Bosque.

Se representa en el propio RESAD.

Reparto:

Antía González Calvo, Sofía Novoa Oñederra, Virginia Rodríguez Herrero, Claudia Moncada Welich, Haizea Águila Mínguez, Neréa Palomo López, Sandra Frade Gallardo, Laura García Marín

La obra (1 hora 42 minutos) se puede ver completa en el siguiente enlace:

Peleles, de Andrés del Bosque



Reseña por Fulgencio Castañar

Peleles, la teatralidad en esencia pura

En el fondo todos somos peleles en manos del destino; nuestra vida es un encadenamiento de causas con frecuentes intervenciones del azar; es cierto que cada ser humano puede trazar imaginariamente, en su juventud, la línea fundamental de su vida, pero, al llegar a la senectud, si reflexiona sobre su presente y pasado, es posible que haya muchas divergencias entre la realidad y el deseo. Esa presencia de la voluntad en el caso de los personajes de ficción desaparece totalmente, pese a lo que nos manifestara don Miguel de Unamuno, pues siempre están subordinados a las finales estéticas, ideológicas y estilísticas del creador,. Esto es mucho más acusado en el autor teatral que, si en muchas ocasiones les da una corporeidad similar a la humana, en otras puede desfigurar sus rasgos hasta convertirlos en puros peleles. Mucho de esto hizo ya Valle Inclán en los esperpentos. Esto es, lo que llevado casi a su máximo grado, lo que ha hecho Andrés del Bosque con los personajes de su espectáculo Peleles: en una golpe de efecto final nos muestra que todos somos criaturas movidas por las manos de un gran muñeco cuyo rostro entero no conocemos.

A partir de la fiesta del Peropalo y de sus coplas, de las interpretaciones sobre la figura de este singular personaje, de las leyendas sobre su posible realidad histórica, de los avatares de los peropaleros denunciados ante la Inquisión de forma anónima con la acusación de matar cada año ritualmente a una persona durante los carnavales, y de unos aspectos básicos de la sociedad española del XVI, el autor teje un retablo variopinto de personajes; en escena aparecen, desde un Inquisidor a un conde, pasando por criados, prestamistas judios conversos, y enamorados, que, pese a ser encarnados por actores, se mueven físicamente como muñecos, aunque los haga hablar como personas; incluso en determinados momentos todos giran, como se hace en la fiesta de Villanueva de la Vera, en torno a un pelele, el Peropalo. Si la personalidad de los seres humanos es rebajada mediante la animalización –los presenta con máscarass zoomórficas-, al fornido muñeco protagonista de la fiesta verata también le rebaja al convertirlo en un enano, en vez de unos dos metros, coloca su talla en unos cuarenta centímetros y, además, le priva de la fortaleza de un cuerpo estructurado con cierta fortaleza ósea y, sobre todo, le construye con una cabeza sin los rasgos básicos de una cara humana; recuérdese que el Peropalo tiene unas facciones peculiares que, por conservarse la cabeza de un año para otro y aparecer siempre con la misma figura corporal, adquiere características de un ser inmortal, ya que, pese a ser cada año quemado, tiene la fuerza vital suficiente para resucitar el año siguiente.

Lo más llamativo de las anécdotas que se representa es que la serie de acciones no están articuladas de una forma lineal, sino que, con frecuencia hay saltos y enlaces que se explican por conexiones surrealistas incluso absurdas; no presenta unas escenas con un desarrollo lógico, trabado, como un texto realista, sino que, por ser un texto que quiere ahondar en un entorno carnavalesco la trabazón, para mostrar el caos, el mundo al revés que se vive con el carnaval, lo hace mediante un desorden aparente, pues subordina el contenido a la estética deformada y, de ahí que la máscara sea un gran acierto, pues es un constituyente clave en múltiples carnavales, aunque no lo sea en el de Villanueva..El carnaval conlleva locura y fustigación de los defectos sociales e individuales para conseguir una catarsis que permita una purificación al individuo para seguir viviendo y es también una válvula de escape para que la sociedad pueda seguir montada sobre las mismas estructuras; se airean comportamientos reprobables y se fustigan con el látigo de la publicidad. En Peleles, el autor utiliza un látigo que, al restallar, se estira tanto que llega hasta golpear en los flancos de defectos sociopolíticos de nuestros días.

Para escenificar este mundo variopinto, el del carnaval, ha recurrido a una fusión de técnicas y estilos teatrales que van desde sus orígenes en lo sagrado, con la máscara y el ritual, al teatro furioso de Francisco Nieva con personajes sacados de la comedia del arte y escenas que se han repetido en el teatro popular de nuestros clásicos –Lope de Rueda, Cervantes,-; hay calcos de figuras de los dibujos desgarradores de Goya, destellos de los esperpentos de Valle e, incluso, se podrían encontrar algunas reminiscencias del humor disparatado de los hermanos Marx e irónicas caricaturas de la comedia musical americana. Esto implica la fusión del teatro con la música y la danza en algunos momentos y con números de los cómicos circenses. Para que el espectáculo se haya levantado sobre las tablas hora y media, el propio Andrés del Bosque, como director, ha contado con un elenco de alumnos de la escuela que demuestran que son actores de cuerpo entero, pues ponen todo su cuerpo, desde la cabeza a los pies, al servicio de la expresión; gracias a su juventud y excelente forma física, pese a algún atisbo de inexperiencia, pudo mantenerse el ritmo rápido, casi frenético de la obra tanto en la acción como en la dicción, con el inconveniente que esto acarrea para el seguimiento de las frases y, sobre todo, para captar los zurriagazos de los textos. Como contrapunto, algún pasaje con movimiento fragmentado. La flexibilidad y el conocimiento de su propio cuerpo que tienen los actores hacen que el espectador no parpadee un instante atento al gesto de sus manos, de sus hombros, de sus caderas y como el texto es tan rico, a los matices de su s voces. Cantan de maravilla; en algún momento de forma coral, con voces mixtas, y, en otros, de forma individual ; en algunos momentos la canción ahonda gratamente en las raíces de la música popular y otras es parodia de la música pop o de la flamenca y, como el carnaval es un festejo esencial en los pueblos sudamericanos adonde llega con la colonización y saqueo de sus riquezas naturales y la incorporación de culturas africanas a través del denigrante comercio de esclavos –algún antropólogo chileno relaciona al Peropalo con ritos precolombinos- hay, en Peleles, complementos musicales que nos transportan a carnavales sudamericanos como los de Oruro o Barranquilla.

Una obra de estas características debería hacer estallar los muros del pequeño teatro de la RESAD y salir a las salas comerciales; así se podría ver una obra muy atractiva y a un grupo de jóvenes actores que está pidiendo tablas; unos actores de cuerpo entero que en este espectáculo se entregan cuerpo y alma, con la inconsciencia propia de la generosidad de la juventud, por unos aplausos. Naturalmente tuvieron los del público que los siguió con entusiasmo y los míos. ¡Enhorabuena a todos!

Fulgencio Castañar


La obra se puede contemplar completa en el siguiente enlace

Peleles, de Andrés del Bosque


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