El Peropalo. Carnaval en Villanueva de la Vera

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El Peropalo. Carnaval en Villanueva de la Vera


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El burro sigue tirando del Peropalo

Sin protestas animalistas en el cierre del carnaval de Villanueva de la Vera

Miércoles 22 de febrero de 2012, por Jilandero (actualizado el 22 de febrero de 2012)    Ver en formato PDF


Artículo publicado en El Periódico de Extremadura

Carnaval 2012 / Celebraciones singulares en la región

A. F. 22/02/2012

Para un neófito, la celebración del Peropalo ofrece trazos picassianos y un lienzo con dudas en torno a la polémica que agita a este carnaval ancestral, fiesta de Interés Turístico Regional. Porque el burro, que protagoniza parte de la tradición que distingue y ensalza a Villanueva de la Vera, no sufre agresiones ni violencia física durante el ritual. Pero por momentos el animal recuerda al caballo del Guernica, atrapado y tensionado bajo un amasijo de histeria colectiva y cuerpos en incandescencia.

Así puso fin ayer la localidad al Peropalo 2012. Con sus vecinos, una vez más, volcados con la fiesta en las calles, con esos rituales que requieren de manual de antropología para comprenderlos y que se remontan en el tiempo sin que la historia halle sus orígenes. La celebración transcurrió sin incidentes, pese a que durante las últimas semanas los movimientos en defensa de los animales habían reactivado la controversia sobre el uso del burro en la fiesta. Estos colectivos sostienen que el asno, que debe pasear a un jinete —representación humana del muñeco Peropalo— por las estrechas calles de la localidad, sufre maltrato físico y psicológico durante el recorrido. Esa visión la comparten miles de ciudadanos que han mostrado su rechazo a esta tradición a través de las redes sociales. Sin embargo, la movilización en internet no ha encontrado traslado en las calles. Ayer, ni una voz ni una pancarta ni un gesto contrario al ritual del burro. O al menos nada visible en toda Villanueva de la Vera.

Los vecinos, por su parte, tratan de combatir la polémica. El trato al animal parece cuidadoso, sobre todo antes de su llegada a la plaza. Hasta ese momento, cuando arranca la conocida como Carrera de las elecciones , el asno recibe atenciones y mimos de sus cuidadores y de las dos personas que lo guiarán por las estrechas calles del municipio —los burreros —. Su docilidad es recompensada con higos y tasajos que mastica con cierta glotonería. Niños y mayores se fotografían junto a él, sin que el animal muestre indicios de incomodidad. Aquí le conocen como Felipe. Tiene seis años y la de ayer fue su tercera participación consecutiva en el Peropalo.

EMPUJONES No hay violencia, pero sí cierta tensión. Desde la plaza el burro es rodeado por la multitud y un jinete sube a sus lomos. Se trata de un vecino encapuchado que hace las veces del Peropalo condenado y que debe ser paseado por el municipio para escarnio de los habitantes. La comitiva la componen un centenar de personas, que acompañan y empujan al animal y al montador por el casco viejo de Villanueva, conjunto histórico-artístico y reservorio de la arquitectura popular de adobe y madera de la comarca. Las estrecheces del itinerario provocan que, por momentos, la figura del animal casi desaparezca entre la multitud amalgamada. Mientras, el jinete es zarandeado al son de canciones populares, escoltado por escopeteros que disparan salvas y por vecinos que agitan cencerros. Pese a ello, en ningún momento se aprecian golpes ni agresiones al animal.

Felipe avanza como puede, tirado solamente de la brida. Los villanovenses, haciendo gala del espíritu del carnaval, se mofan de aquellos que les acusan de arrastrar al animal con una soga al cuello. La cuerda existe, pero la portan vecinos que, varios metros por delante del burro, simulan tirar de él durante los 45 minutos que dura el recorrido. Los dos burreros y los antiguos mayordomos tratan de abrir paso y frenan la marcha cada 50 o 100 metros para que el asno coja aliento, acosado por la multitud, entre empujones y bailes. Corre el alcohol de mano en mano, de boca en boca, de cuerpo en cuerpo.

Solo en una ocasión el pollino dobla las manos y cae al suelo. Rápidamente desmontan al jinete y los cuidadores tratan de evitar que nadie fuerce al animal a ponerse en pie. "Si el burro se tumba solo, se levanta solo", vocean. Cuando lo hace, se reemprende la marcha, con el Peropalo humano sobre sus lomos, hasta llegar al ayuntamiento. Una vez allí lo descabalgan y, entre vítores, un grupo de jóvenes lo conduce al prado donde pastará hasta el próximo año. ¿Sufre? Habría que preguntar a expertos veterinarios. Lo que sí es cierto es que la polémica absorbe y eclipsa el resto de la fiesta, con curiosos ritos como el juicio y la condena al Peropalo, la entrega de la bandera al mayordomo, la invitación a dulces y bebidas, el desfile de los calabaceros, las danzas judiás , el paseo con trajes regionales, la jura de la bandera o la muerte del muñeco. Porque ya lo dijo Picasso, "hay personas que transforman el Sol en una simple mancha amarilla, pero hay también quien hace de una simple mancha amarilla el propio Sol".


Antonio Gázquez, Catedrático de anatomía patológica: "Es indudable que el burro sufre estrés, pero si no hay dolor no supone un trauma"

G. MORAL 22/02/2012 Publicado en El Periódico de Extremadura

Fuera de su entorno habitual, rodeado de decenas de personas que no reconoce y de ruidos y estruendos que alteran su calma normal está claro que "el burro está sometido a un estrés, pero éste tiene muchos niveles". Lejos de opiniones personales, así describe el catedrático de Histología y Anatomía Patológica de la Uex, Antonio Gázquez, la situación a la que se enfrenta el asno protagonista de la fiesta del Pero Palo cada año.

Algunos lo tachan de maltrato y para otros se trata de una fiesta sin consecuencias para el animal. Y así lo ve el experto que realizó su tesis doctoral sobre los efectos del estrés continuado en animales de laboratorio. "El estrés se define como un desequilibrio de la normalidad que todos padecemos". En el caso del Pero Palo, "el burro solo por estar fuera de su entorno va a tener un desequilibrio hormonal y emocional, luego hay que añadir las decenas de personas ajenas y el ruido que van a poner al animal en alerta y esto va a tener una respuesta diversa en función de la causa".

"Si solo va a transportar a una persona durante una hora, fuera de su entorno y con personas y ruidos ese estrés no es intenso, pero si va a recibir palos y golpes, sentir dolor, va a correr demasiado y esa situación de estrés es continuada durante varias horas se va a producir un trauma muy extenso que puede llevar al animal a sufrir un problema denominado coagulación intravascular diseminada (CID) que le podría producir microtrombos y un colapso. Es una situación que puede ocurrir pero dependerá del nivel de estrés al que esté sometido. Si, como dicen, nunca se ha llegado a esta situación extrema es porque no ha habido un nivel de estimulación suficiente para producir la muerte, pero esa posibilidad siempre está ahí".

Las consencuencias también dependerán de la idiosincrasia del animal. "No todos los burros son iguales desde el punto de vista emocional, ni están acostumbrados a lo mismo, algunos están más aislados y otros tiene más contacto con las personas". En función de esto el animal que transporta al enjuiciado no dejará de sufrir, en mayor o menor medida, un ritmo cardiaco acelerado, aumento de temperatura corporal, sudoración, cansancio muscular, irritabilidad,... que mantendrá al burro asustado y "en estado de alerta" hasta la vuelta a su normalidad, sin ningún tipo de secuelas siempre que no sea continuada ni haya violencia física.

El catedrático explica que el organismo tiene un mecanismo de defensa, llamado síndrome general de adaptación, que ayuda a que cuando sucede una causa que te desequilibra hormonal y psicológicamente el cuerpo intenta contrarrestar ese desequilibrio mandando respuestas y hormonas al equilibrio para que vuelva a la normalidad. "Si el estrés es muy intenso y continuado el organismo se colapsa, entonces puede sobrevenir un shock y la muerte, pero si ese estrés es leve o moderado, como debe ocurrir en el Pero Palo, el animal vuelve a su normalidad de forma natural e incluso llega a adaptarse".

¿Entonces no hay maltrato? "Ha llegado el punto en el que depende de quien lo mire. Para algunos es maltrato sacar a un animal de su entorno habitual y para otros solo es un cambio de situación. En términos veterinarios un maltrato necesita que haya lesiones físicas o psíquicas por un estrés muy intenso".

Gázquez dice que es partidario de las fiestas populares, pero todo tiene sus límites. "Hay que procurar que los animales de dos patas no peguen a los de cuatro, mientras sea así no creo que haya maltrato porque sacar al animal de su entorno supone un estrés leve o moderado, pero no intenso".


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