20 de marzo de 2025, por Webmaster (actualizado el 20 de marzo de 2025)
LA SERRANA DE LA VERA
1ª copla, versión recogida por Don Agustín Araujo en su libro “Canciones y cánticos del pueblo de Villanueva de la Vera” ---------------------- Allá en Garganta la Olla Trae el cabello trenzado Entre los montes andaba Tomárame de la mano Atrevime preguntéle Esto me responde y dice Dióme yesca y pedernal De perdices y conejos Hago como que la cierro Cansada de sus deleites Los zapatos en la mano llevo Más de una legua había andado Y en esto la vi venir -Aguarda, me dice, espera. dirásle que quedo buena.- |
---------------------- Allá en Garganta la Olla, Rebozada caperuza lleva A lo galante el vestido, Sus cabellos destrenzados, Sus hermosos ojos negros Con una flecha en sus hombros, A su cueva los llevaba, Y después de todo esto, Muchas hacinas de muertos Nunca las fieras temió, Con una piedra en la barra Era muy grande y pesada, De su casa se salió Quiso casarse con quien |
Pero la versión más conocida en Garganta la Olla es esta:
Allá en Garganta la Olla,
siete leguas de Plasencia,
habitaba una serrana,
alta, rubia y sandunguera.
Con vara y media de pecho,
cuarta y media de muñeca,
y con una mata de pelo
que a los zancajos la llega.
La serrana cazadora
gasta falda a media pierna,
botín alto y argentino
y en el hombro una ballesta.
Si teniá ganas de agua,
se bajaba a la ribera;
si teniá ganas de hombres,
se subía a las altas peña.
Pasan unos, pasan dos
y no pasa el que ella espera
y vio venir a un serrano
con una carga de leña.
La ha cogido de la mano
pa la su cueva le lleva.
No le lleva por caminos
ni tampoco por veredas,
le lleva por entre el monte
por donde nadie les vea.
Al resplandor de las llamas
vio un montón de calaveras.
¿De quiénes son estos huesos?
¿cuyas estas calaveras?
De los hombres que he matado
pa que no me descubrieran
Buenas noches, caminante,
buena noche nos espera
de perdices, conejos y
tórtolas arrayuelas.
De plan blanco y de buen vino
y de tu cara risueña
Si buena cena te di,
mi mejor cama te diera.
Entre pieles de venado
mi mantelina tendiera.
Bebe, bebe, serranillo,
bebe de esta calavera,
que puede ser que algún día
otro de la tuya beba.
La serrana al serranillo
le mandó cerrar la puerta
y el serrano, como astuto,
la dejó un poco entreabierta.
Serranillo, serranillo,
¿sabes tocar la vihuela?
Sí señora, sí señora,
y el rabel si usted me diera.
Pensó adormecerle a él,
mas le adormeció él a ella.
Por un cantar que ella canta
él cantaba una docena.
Cuando la sintió dormida
fue muy despacio a la puerta,
las albarcas en la mano
para que no le sintiera.
¡Vuelve, vuelve, serranillo!
¡Que te dejas la montera!
Media legua llevaba andada
sin volver la cabeza,
pero cuando la volvió,
como si no la volviera.
Vio venir a la serrana
bramando como una fiera,
saltando de lancho en lancho,
brincando de piedra en piedra.
Una china lleva en la honda
que pesaba arroba y media.
Con el aire de la china,
le ha tirado la montera.
Vuelve, vuelve, serranillo,
que te quedas tu montera,
que es de paño rico y fino
y no es menester se pierda.
Si es de paño rico y fino,
así se gasta en mi tierra.
Mis padres me compran otra
y si no, me estoy sin ella.
Por Dios te pido, serrano
que no descubras mi cueva.
Descubierta no será
hasta la primera venta.
Cuando a Garganta llegó,
enseguida fue a dar cuenta.
Muy pronto los cuadrilleros
de los pueblos de la Vera
subieron a la montaña
y rodearon la cueva
La toman declaración,
por si ella lo deniega.
Y ella, acepta los cargos
Sin arrepentimiento, ni pena.
Un desengaño amoroso
la hizo perder la cabeza
y marcharse a la montaña
y vivir como una fiera.
En la plaza de Garganta
fue la primera reyerta.
La toman declaración
y la llevan a Plasencia;
Por mandato del Supremo,
la cuelgan de una cuerda.
Y aquí acaba la historia
de la Serrana de La Vera